El orden del día era:
Ratificación de la nueva Administración por irregularidades graves de
la anterior administración.
No encuentro palabras para
expresar lo que ocurrió ayer en la junta. Es tal el bochorno y la vergüenza de
lo que pasó que me encuentro en dificultad para narrarlo.
Presencia de la camarilla en
pleno, junto el exadministrador, su exmujer y el impresentable leguleyo
formando un bloque. Caterva vociferante e insultante que no paró de injuriar,
zaherir, vejar a gritos a la presidenta. Se le llamó de todo, desde mentirosa
hasta tramposa. No se le permitía
hablar, aplastando su voz con gritos y
con gestos amenazadores.
Este espectáculo no fue en
momentos puntuales, sucedió durante las dos horas que duró la junta,
ininterrumpidamente. El resto de los asistentes que eran muy pocos, callados y
apabullados.
Desde el primer momento el ex, la
ex y el impresentable, queriendo hacerse los dueños, intentando dirigir la
situación, colocándose en primer plano, dando órdenes e instrucciones,
descalificando a la presidenta y no admitiendo que han sido cesados.
Sacaron una hoja del registro de
la propiedad diciendo que no era propietaria que en el registro figuraba el
marido pero no ella. A lo cual se les contestó que estar en el registro no es
obligatorio y mostró la escritura de la propiedad diciendo el número de
protocolo, fecha y notoria, aclarando además que el exadministrador tenía copia
de esa escritura en su oficina. Con lo cual quedaba claro que mentían
deliberada y maliciosamente.
A pesar de lo cual la caterva
empezó a gritar ¡mentira!, ¡mentira!
Decidiendo, incitados, votar que se destituyese a la presidenta a mano
alzada gritando ¡Fuera! ¡Fuera!
Ahora bien, la presidenta mantuvo
el tipo, no se dejó amedrentar y no cedió. Ahí estuvo tiesa dando respuesta a
todo lo que le echaban encima e intentando mantener el orden hasta el final
aunque hacían todo lo posible para que no se la oyese. Actitud encomiable y
valiente la de esta mujer que a mi juicio, pocas personas pueden mantener en
semejantes situaciones.
Como colofón apuntaron los tiros
hacia mi persona. Resultó que la culpable de todo soy yo. Se me llamó desde
perra y otras lindezas (la exvicepresidenta perpetua), hasta hija de tal y
sinvergüenza (el leguleyo) y cuando le contesté que eso sería su madre, empezó
a gritar ¡Está llamando a mi madre tal y tal! Como si hubiese sido yo la que
insultaba. Y se me tiró encima con los
brazos hacia atrás sacando pecho hasta tocarme con el cuerpo en actitud
chulesca, machista e intimidante. Técnicas barriobajeras.
El exadministrador por su parte me
amenazó diciendo que me preparase que no había acabado conmigo que yo le
insultaba en el blog.
Bueno, lo que está claro es que
han querido echarme de mi casa y no han podido y ahora alguien está acabando
con él. En sentido figurado obviamente.
En parte puede que tengan razón, yo
empecé todo, soy la que se atrevió en primer momento a denunciar que aquí hay
oscurantismo en las cuentas, que faltan 17.000 euros por justificar en la obra
de la piscina, (certificado notarialmente) que pagamos verdaderas barbaridades
y desmesuras en obras y arreglos, habiendo presupuestos de empresas más de un
tercio más baratos y con mejores materiales, que tenemos los proveedores,
seguros, etc. más caros de toda la ciudad, etc. y que el que ha estado
administrando este edificio y mangoneando en connivencia con dos propietarias
conseguidoras de votos, ni es administrador de fincas ni está colegiado. Esto
entre otras cosas.
¿Demasiada guerra para lo que es?
¡Esta claro que aquí hace falta urgentemente una auditoría que vamos a solicitar a la presidenta un grupo de
propietarios residentes y no residentes!