En este edificio vive un animal de boca grande y lengua podrida que cada vez que pasa por mi lado me llama a gritos desde “hija de tal” hasta amenazas de muerte.
Yo supongo que es otra enferma psíquica que me confunde con su madre.
A mi juicio en este edificio vive un grupito indeseable que se ha adueñado de la situación a través del amedrentamiento y la amenaza, que se presentan en las juntas con más votos que personas asistentes y que a través de ello manejan no solo nuestra propiedad sino nuestro dinero. En connivencia ya sabemos con quien.
Esta situación y la manera de actuar de esta gente perjudica a todos (menos a uno, que presuntamente le sirve de modus vivendi) y que está dejando este edificio con menos reputación que las chavolas de los quinquis.
Dudo mucho que el acoso y el derribo sean más potentes que la ley, el orden y el derecho. Veremos.
Sepan que ya hemos empezado a salir en los periódicos.